Siempre es doloroso despedir a una hermana.

Este 22 de agosto ha pasado a la casa del Padre nuestra hermana María Dolores Lasheras de la Comunidad de Irún. Desempeñó diversos cargos, fue fundadora de Japón, Superiora General y, cada uno de sus días, hermana nuestra. 

Experiencia de muerte que desde la fe es luz, esperanza y pascua.

Compartimos estas palabras que Mª Rita Calvo, Superiora General, envía desde Roma para agradecer y celebrar su vida.  

 Muy queridas todas:

Damos gracias a Dios, junto con vosotras, por la vida larga y entregada hasta el final de nuestra hermana María Dolores Lasheras.

Su pasión por Jesús y su Reino, su disponibilidad para acoger lo que el Señor le iba pidiendo, su lucidez yosadía para abrir caminos nuevos y para ir allá donde su presencia era necesaria, su amor a la Compañía y el deseo de que diera respuesta a los desafíos de cada momento, su trabajo solidario en favor de los más pobres,su amor a la Iglesia… son algunos de los dones que María Dolores nos deja y que son estímulo para cada una de nosotras.

 Ella ya ha escrito la página de la Historia de la Orden que le correspondía, una página que acogemos con gratitud.

 Tenemos la certeza de que María Dolores descansa ya en las manos del Padre y que, desde allí, seguirá cuidando de esta “pequeña Compañía”, como supo hacerlo a lo largo de su vida, iluminándonos con el fuego desu pasión y con la serenidad que brota de una vida entregada, capaz de dejar huella y de seguir marcando camino.

 Desde esta Casa General, que fue también su casa, nos unimos en este momento a todas y os acompañamos.

 Un fuerte abrazo

Mª Rita Calvo Sanz odn, Equipo General y comunidad de Roma