NUESTRAS COPARTES Y EL COVID
El COVID19 se ha cobrado ya a un número estremecedor de vidas humanas, ha colapsado los sistemas sanitarios y ha provocado un parón económico que está llevando a situaciones de gran vulnerabilidad a millones de personas. Aunque esta pandemia, por un lado nos iguala a todas las personas, por otro agrava las diferencias y pone en relieve las desigualdades.
El COVID-19 no entiende de fronteras, pero sí de desigualdad y de pobreza. Vivir en un país en conflicto o con un sistema de salud frágil, convierte a cualquier persona en extremadamente vulnerable. Las poblaciones que ya están muy debilitadas por la falta de alimento, por la prevalencia de otras enfermedades, por encontrarse en entornos de inseguros o en condiciones económicas muy vulnerables, están viendo como estas situaciones se agravan notablemente. La situación en los países dónde trabajamos es muy distinta de uno a otro, pero esta problemática es común a todos.
La vulnerabilidad es altísima en países en los que la mayoría de la población es pobre y, o bien no trabajan, o si lo hacen es en el sector informal, sin seguro médico y sin posibilidad de ahorrar. Vivir el día a día y comer de lo que se trabaja en la jornada es parte de la normalidad. Por ello, estos momentos de parón y de confinamiento en muchas zonas están dificultando mucho la vida de aquellas personas más pobres.
En Colombia, nuestra coparte está gestionando ayudas de alimentos y prestando apoyo psicológico telefónico a niñas y adolescentes.
En Nicaragua, aunque a nivel gubernamental no se están tomando medidas, el centro escolar que apoyamos cerró sus aulas presenciales. El dispensario médico está sufriendo graves problemas de suministros sanitarios, pero continúa su trabajo a pesar de las complicaciones.
En Haití, se cerró la escuela con la que trabajamos según las recomendaciones gubernamentales y nuestra coparte está distribuyendo alimentos a la población.
En Argentina, se paró la docencia presencial pero nuestra coparte está atendiendo a los sectores vulnerables con una ayuda económica a familias.
En República Democrática del Congo, la pandemia del COVID19 se une a la crisis del ébola que ha atacado al país durante tantos años. Un país muy atacado por las pandemias, en el que el confinamiento se hace casi imposible pues la base del sustento de las personas se basa en lo que se consigue día a día. Nuestra coparte ha puesto todas las medidas de prevención posibles, se han cerrado los centros educativos para prevenir contagios.
La pandemia del coronavirus ha hecho que seamos más conscientes de la fragilidad y vulnerabilidad humanas. Esta crisis, nos recuerda que los retos globales sólo podemos afrontarlos colaborando, cooperando y sumando fuerzas con el compromiso de que los derechos y la dignidad de las personas están por encima de todo y a su vez muy conectados en este mundo global.